Lo que más me ha gustado es que el volver al alojamiento era como volver a casa, lejos del bullicio de la ciudad. Podías aparcar tranquilamente, sin estar pendiente de la app o parking, ir a la compra andando con la familia, y si necesitabas cualquier cosa, tanto Bruno como Alexandra te ayudaban en ese mismo momento. Los apartamentos, sin lujos pero limpios son muy cómodos, silenciosos, nos dieron el más grande que tenían libre y no hemos echado nada en falta... Hasta nos dejaron un paraguas el día que nos hizo falta...